Este bizcocho es fácil de preparar y destaca por su textura esponjosa y su sabor suave, gracias a la combinación de chocolate blanco y leche condensada. Es un postre dulce y delicado, perfecto para acompañar con café o té en la merienda. Su preparación no requiere técnicas complicadas, por lo que es ideal tanto para principiantes como para quienes buscan un bizcocho casero con un toque especial.
Precalentamos el horno a 175°C con calor arriba y abajo.
En un cazo o bol resistente al calor, derretimos el chocolate blanco junto con la mantequilla a fuego bajo y al baño maría. Removemos hasta que estén completamente integrados.
Tamizamos la harina, la levadura química y la sal en un bol. Reservamos.
Cuando el chocolate y la mantequilla estén listos, añadimos los huevos uno a uno, batiendo con varillas hasta que cada uno se integre completamente antes de añadir el siguiente.
Incorporamos el azúcar y la leche condensada, batiendo hasta obtener una mezcla homogénea. Luego, añadimos el yogur natural y mezclamos bien.
Agregamos la mezcla tamizada de harina, levadura y sal. Batimos suavemente hasta que no queden restos de harina, evitando sobrebatir la masa.
Rallamos el chocolate negro y lo integramos con movimientos envolventes usando una espátula pastelera.
Engrasamos un molde para bizcocho con mantequilla y lo enharinamos. Vertemos la masa dentro y la alisamos con la espátula.
Llevamos el bizcocho al horno y horneamos a 175°C durante 40 minutos, o hasta que al pinchar con un palillo, este salga limpio.
Sacamos el bizcocho del horno y dejamos que repose 10 minutos dentro del molde. Luego, lo desmoldamos con cuidado y lo colocamos sobre una rejilla hasta que enfríe por completo.
Notas
No sobrebatir la masa para que el bizcocho quede esponjoso. Usar ingredientes a temperatura ambiente para una mejor integración.